SANTO DOMINGO.- Las demandas de aumento salarial que hacen los médicos y enfermeras ameritan respuestas satisfactorias de parte de las autoridades. No es posible que el sector salud perciba un presupuesto del Estado menor al 3% del Producto Interno Bruto. Con un pueblo lleno de enfermedades, muchas de las cuales son prevenibles, jamás alcanzaremos mayores niveles de desarrollo.
No es cuestionar los paros médicos, lo que hay que condenar son los bajos sueldos que perciben los médicos y sus auxiliares, las condiciones deplorables de los hospitales, los cuales carecen de las tecnologías y equipos necesarios para ofertar un adecuado servicio de salud.
He sostenido, además, que el 4% que se le otorga al sector educativo es insuficiente, con la agravante de falta de planificación, dispendio e irregularidades en el manejo de los recursos. Se percibe una carrera alocada de construcción de escuelas (con pruebas de sobrevaluación), pero sin equipamiento, lo que impide que la mayoría entre en operación.
El grueso de los países desarrollados, son desarrollados (valga la redundancia) porque destinan partidas presupuestarias acordes a las necesidades de educación y salud. Si en República Dominicana se les asigna un 7% del PIB a educación y a salud (haciendo un uso serio y transparente de los recursos económicos) en pocos años los avances que registraríamos serían evidentes.
No es verdad, sin embargo, que con profesores y médicos mal remunerados, con edificaciones obsoletas y carentes de laboratorios y tecnologías vamos a enfrentar la pobreza social, la cual es superior al 42% de la población. Es un problema de falta de voluntad política de parte del Estado dominicano, que da prioridades a aspectos que para nada contribuyen a sacar del atraso a la sociedad dominicana.
Un tercer servicio, dentro de un orden de prioridades, es el de la energía eléctrica, el cual va de mal en peor. Sin salud, sin educación y sin energía eléctrica la República Dominicana jamás alcanzaría los anhelados niveles de desarrollo. Seguiremos siendo, no sé hasta cuando, el hazmerreír de los países del mundo.