Por Ramón Alberto López Ynoa.
OPINIÓN.- Recuerdo que cuando el Presidente de la
República anunció recientemente al país que no se repostularía para un tercer
período de gobierno no fueron pocos los que alborozados, de manera
inexplicable, vociferaron que el PLD iniciaba el camino de la unidad. Digo de
manera inexplicable porque, si quienes así consideraron eran políticos,
debieron intuir que se les avecinaba la revancha por todos los frentes; la
política no es cosa de juegos de azar.
Demóstenes Martínez, quien según el acuerdo debió ser
elegido presidente de la Cámara de Diputados ha dicho que esta violación al
Pacto y al acuerdo envía una señal de desunión, mientras que José Ramón Fadul,
miembro del comité político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), dijo
que en ese partido no se puede hablar de acuerdos internos después que el presidente
de la organización, Leonel Fernández, fue a protestar al Congreso Nacional.
“Ellos rompieron toda clase de acuerdo”, enfatizó Monchy
Fadul, dejando claro que cada cual transitará rumbos diferentes en lo adelante
llegando, incluso, a sugerir “que en algún momento se tendrían que tomar
sanciones contra todas las conductas que se han presentado en los últimos meses
a lo interno de ese partido político”, refiriéndose, obviamente, al presidente
del partido.
El mismo hecho de que Demóstenes Martínez aparentemente
supiera que no era el preseleccionado por la bancada peledeísta cuando no
resultó electo sugiere que cada cual anda por su lado; cada sector a lo interno
del PLD diseñó su propia estrategia de manera independiente.
Quizás, la necesidad de retener el poder los haga unir a
partir del 6 de octubre, pero, lo cierto es que el danilismo ha demostrado
tener el control del partido y de los estamentos del Estado y si una vez a su
líder lo venció el Estado, hoy, ese mismo Estado podría vencer a quien en ese momento
lo encabezó si no logra aumentar su activo político de cara al 6 de octubre.