jueves, 21 de mayo de 2015

El sexo con robots ya invade las camas de Estados Unidos

TECNOLOGÍA.- Es un robot, se consigue en Estados Unidos por cerca de 7.000 dólares y su única función en el mundo es emular a una pareja sexual. 

Dentro de lo rudimentario, este es, para David Linden, profesor de neurociencia de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins University, el modelo de robot sexual más avanzado. Sin embargo, y según él mismo explicó en un artículo publicado por The Wall Street Journal, hay versiones más sencillas, sin brazos ni piernas, que solo pueden escuchar o hablar explícitamente sobre el acto sexual, y que cuestan alrededor de 1.000 dólares. También está disponible la versión masculina, Rocky, por unos 1.500 dólares. 

Para el futurólogo y experto en tecnologías de la información Stowe Boyd, a la vuelta de 10 años los amantes robóticos serán comunes, aunque también fuente de desdén y debates. Uno de ellos está dado por la capacidad que tendrían estos robots de remplazar, en toda regla, a un amante humano. 
De momento, los especialistas coinciden en que estos, definitivamente, no reemplazarían las relaciones íntimas entre personas y más bien terminarían siendo un complemento para cierto público, como los juguetes sexuales.

En el 2013, el Huffington Post, junto con la firma YouGov, realizó un estudio entre 1.000 adultos de Estados Unidos: el 9 por ciento de ellos estaban dispuestos a irse a la cama con un ser artificial. Incluso, el 42 por ciento afirmaba que eso podía considerarse una infidelidad, mientras el 31 por ciento dijo que no –el 26 por ciento restante no lo tenía claro–. 

Ezequiel López, psicólogo y sexólogo, cree que pensar en un aparato tecnológico que sustituya a alguien es una posibilidad muy difícil, porque ligadas al sexo están la comunicación, las sensaciones y las emociones, que son irreemplazables. 

En ese orden de ideas, López cree que los robots son una opción complementaria al terreno de los juguetes sexuales, y aunque probablemente en el futuro los perfeccionen y lleguen a producir emociones, siempre tendrán sus limitaciones. 


“El cerebro no se engaña fácilmente; un programa de computador que genere cierta estimulación neuronal puede causar placer, pero el contacto es otra cosa. Sin embargo, hay personas que sienten mucha excitación por las muñecas sexuales y tienen esa fantasía. En este caso podrían disfrutar también de estos aparatos”, asegura el sexólogo.