Sin dudas que es una cantidad enorme de negocios dedicados a las apuestas en juegos de azar, sin que las autoridades hagan cumplir la ley.
La banca pierde y se ríe, un viejo dicho dominicano de que “la banca pierde y se ríe”, es de práctica aplicación en este tipo de actividad. Mientras los jugadores se empobrecen, y muchos de ellos caen en la adicción, a tal punto que destruyen sus vidas, mientras las bancas se mantienen en auge.
En las provincias de Barahona, Puerto Plata, La Romana, San Juan, Azua, Santiago, Sólo basta pasear por cualquiera de sus barrio para comprobar que los “negocios de números” se multiplican de manera descontrolada.
Menores, presa fácil de juegos
El reglamento que regula los consorcios operadores de loterías, sus agencias y bancas afiliadas, prohíbe la comercialización y venta en locales de juegos de azar a niños, niñas y adolescentes, so pena del pago de veinte (20) salarios mínimos establecidos oficialmente por el Estado, así como la cancelación o extinción de la licencia. Sin embargo, no siempre esta norma se cumple ya que los menores acuden a las bancas, ya sea enviados por los familiares o por su propia cuenta. Wilson de los Santos señala que esto es más frecuente en las bancas de los concesionarios que normalmente operan en colmados, farmacias, en supermercados y en plazas comerciales que los menores frecuentan. En cambio, dice que las bancas que ellos operan funcionan en locales independientes, donde se tiene bien claro que las apuestas sólo pueden ser realizadas por adultos. Allí deben colocar por ley un letrero que establece la prohibición.
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