miércoles, 5 de diciembre de 2018

BARAHONA: Empresa de Gonzalo Castillo destruye montaña sobre río en La Ciénaga

Por Omar Medina.
BARAHONA.- Maquinarias pesadas al servicio del hotel “Perla del Sur”, propiedad del ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, trabajan aceleradamente en la destrucción de un bosque virgen sobre un río subterráneo, ubicado entre las comunidades La Ciénaga y San Rafael, de la zona costera de la provincia de Barahona, para favorecer la citada infraestructura.

La depredación de la montaña “La Lajita” o “Derrumbao” pone en peligro la existencia de un caudaloso río de agua dulce, se dice que es el más grande de toda la zona, tiene una longitud de unos 4 kilómetros, que comprenden desde Puente Coronel del municipio de La Ciénaga, hasta el balneario de San Rafael, del municipio Paraíso.

Hace 5 o 6 meses que retroexcavadoras y numerosos volteos, trabajan rápidamente en sacar inmensas rocas para colocarlas como “rompeolas” en el hotel “Perla del Sur”, que construye el ministro Castillo, en el distrito municipal de Bahoruco.

Es muy sospechoso el silencio que mantiene el director regional de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Barahona, Ernesto Pérez, el alcalde de La Ciénaga, Kelvin Féliz y los mal llamados grupos “ecologistas” de esta localidad ante un crimen de esa naturaleza.

Ponen “entredicho” la defensa que alardean por la preservación de la ecología y el medioambiente, dan de que hablar por el silencio de complicidad que sostienen ante la destrucción y explotación de esa montaña, ubicada a solo metros de un lateral de la carretera Barahona- Enriquillo.

El estruendoso ruido causado por las rocas movidas por estas maquinarias, es escuchado a cierta distancia, denunciando la magnitud de los daños causados a esa montaña, considerada como una de las grandes reservas de agua dulce de la zona Sur.

El “tiro” de camiones no ha sido tarea fácil para transeúntes, motoristas y chóferes de rutas de los pueblos de la zona costera, los cuales tienen que adoptar medidas precautorias para prevenir “morir” aplastados, por esos conductores que viajan temerariamente a gran velocidad por ese trecho.