OPINIÓN.- La razón de existir de cualquier Estado debería
ser, en primer lugar, la elevación del bienestar de su población. Esto se
traduce en la creación de empleos, salarios dignos y suficientes para cubrir
las necesidades básicas de los ciudadanos, así como en la provisión de
servicios públicos de calidad. Sin embargo, la realidad en República
Dominicana, es que el Estado ha fallado rotundamente en cumplir con estos
objetivos fundamentales.
1. La Justicia, un Derecho Inalcanzable
El primer factor que explica este incumplimiento es la falta
de un sistema de justicia eficiente y confiable. Un sistema judicial que
garantice el imperio de la ley y la igualdad ante ella es esencial para el
desarrollo de cualquier nación. Sin embargo, en la República Dominicana, como en
muchos otros países de la región, la justicia está profundamente afectada por
la corrupción, la ineficiencia y la falta de independencia. Esto permite que
los poderosos, aquellos con recursos y conexiones, sigan actuando impunemente,
mientras que las clases más desfavorecidas se ven relegadas a un sistema
judicial lento y desprotegido.
La justicia no es solo un pilar de la democracia, sino
también un elemento clave para la estabilidad económica y el progreso social.
Sin justicia, las inversiones no fluyen, los derechos no se protegen y la
desigualdad se profundiza.
2. La Concentración de la Riqueza y el Despojo de lo Público
Otro factor que ha impedido el progreso en la República
Dominicana es la creciente concentración de la riqueza en manos de unos pocos. En
lugar de que los recursos públicos sean distribuidos de manera equitativa,
estos van a parar a los sectores que más poder tienen, perpetuando un círculo
vicioso de pobreza para la mayoría. Un ejemplo claro de esta situación es el
caso de las tierras del CEA, que han sido objeto de despojo y acaparamiento por
parte de elites económicas, mientras los campesinos y pequeños productores se
ven desplazados.
Este fenómeno es una forma de injusticia económica que no
solo impide el acceso a los recursos, sino que también frena el desarrollo de
nuevos sectores productivos. Cuando una pequeña élite controla los recursos de
todos, el país se ve privado de una verdadera diversificación económica y se
limita su capacidad de crecimiento sostenible.
3. El Bloqueo a Sectores Productivos Emergentes
La tercera razón de la falta de progreso es la
monopolización de sectores clave de la economía, como la importación y
distribución de bienes. En la República Dominicana, la oligarquía nacional
importadora ha jugado un papel crucial en este fenómeno. En lugar de fomentar
el desarrollo de sectores productivos nacionales, como la pesca o la
agroindustria, se sigue apostando por la importación masiva de productos que
podrían ser producidos localmente.
Este control oligárquico asfixia el emprendimiento y la
innovación, limitando las oportunidades de trabajo y la creación de valor en el
país. Sectores como la pesca, que podrían generar empleo y desarrollar cadenas
de valor internas, se ven empobrecidos por la competencia desleal de productos
importados, muchas veces subsidiados o con precios artificialmente bajos. Lo
mismo ocurre con el el sector agroindustrial, donde las grandes
importadoras han logrado que la producción local quede relegada a un segundo
plano, a pesar de tener el potencial para abastecer el mercado nacional y
exportar al extranjero.
Un Estado que No Cumple su Rol
La razón por la cual hemos fracasado en elevar el bienestar
de la población es clara: un sistema de justicia ineficaz, la concentración de
la riqueza en pocas manos y la obstrucción al desarrollo de sectores
productivos emergentes. Estos problemas estructurales impiden que el Estado
cumpla con su función esencial, que es garantizar una vida digna para todos sus
ciudadanos.
Si el país desea realmente cambiar su rumbo, es necesario
reformar estas estructuras que perpetúan la desigualdad. Esto requiere una
voluntad política firme para garantizar el acceso a la justicia, redistribuir
la riqueza de manera más equitativa y apoyar a los sectores productivos locales
en lugar de seguir dependiendo de la importación. Solo con un verdadero cambio
en estos aspectos se podrá alcanzar el bienestar y la prosperidad que todos los
dominicanos merecen.
De existir mejor distribución de la riqueza, existiera más
dinamismo económico, mejor clima de negocio, mayor nivel de circulante, más
producción, y por tanto los que hoy acaparan todo, terminarían ganando más, sin
exponerse a explosiones sociales. Lo que refleja que el mal, es producido por
una mentalidad feudal, incapaz de entender los procesos sociopolíticos.
(*) El autor preside la Corriente Quisqueya Potencia–PRM.