Por Frank Jiménez.
OPINIÓN.- Definitivamente se ha perdido la capacidad de
asombro en la provincia de Barahona, donde se han realizado obras de
embellecimiento en las playas de “El Quemaito” y “Los Patos”, que impresionaron
a los visitantes luego de abrir al público estos populares balnearios de la
costa sureña.
El asombro me llega después de la publicación de Facebook
del comentario del comunicador y periodista Gabriel Reyes Romero y la publicación
del periodista Leonardo Plata (El Comunicador del Sur) en donde se publican el
estado ruinoso de las pasarelas de las playas en referencia.
Las millonarias inversiones del Estado Dominicano que a
través del Ministerio de Turismo fueron utilizadas para el remozamiento de esas
playas muestran un progresivo deterioro a pocos meses de la reapertura a los
bañistas y visitantes que hoy cuestionan el deterioro y el abandono que está a
la vista de todos.
Luego de la experiencia con la construcción de el bulevar
María Montez en el que se invirtieron más de RD$300 millones con un diseño en
donde predomina el uso de la madera y metales que pueden ser afectados con la
exposición a las inclemencias del tiempo y la salinidad costera, el MITUR
incurre en la propuesta de invertir más de RD$73 millones, con un diseño
similar para el Quemaito y los Patos.
Es inconcebible que los ingenieros y el MITUR
desconocieran el tipo de madera y metal a usar en los paseos de las
playas y el proceso de mantenimiento que estas conllevan, donde por lo
menos una vez al mes había que curar la madera con aceite y limpiar la
salinidad en los metales con productos antioxidantes.
Según conocedores en la materia (datos del comportamiento
de la madera expuesta al salitre), la madera no se corroe, no produce
alteraciones alcalinas con los áridos, no genera problemas de presión interior
por cristalización de sales, ni se deteriora por la agresividad química de
sulfato y magnesio sobre los productos de hidratación del cemento ya que el
relacionar la madera con los ambientes marinos, así como su adecuación y
durabilidad es una práctica habitual tradicional; pero debe existir un cuidado
extremo, principalmente en zonas tropicales.
Por lo visto nos están acostumbrando a allantarnos con
obras de relumbrón que luego resultan un fiasco y esa burla al pueblo de
Barahona debe tener consecuencias ejemplares en donde los responsables sean
castigados por el peso firme de la ley, ya que no es posible que RD$73 millones
invertidos en esas obras entren en estado de abandono y deterioro en tan
poco tiempo por falta de mantenimiento.
En un gobierno que se respete las cabezas de los
responsables de esa barbaridad deberían estar rodando, pero no es así, todo
sigue tan campante como el whisky aquel.