INTERNACIONAL.- La Pequeña Habana de Miami se solidariza con
el llamamiento de la campaña #SOSCuba, coordinadora principal de las protestas
en la isla, en favor de la creación de un corredor humanitario para llevar
bienes esenciales al sufrido pueblo cubano.
Pero es difícil encontrar a un manifestante delante del
restaurante Versailles –centro neurálgico del trumpismo cubanoamericano– que
apoye levantar las sanciones adoptadas por Donald Trump. Esto dificulta
sobremanera trasportar ayuda para aliviar la dura crisis humanitaria a Cuba.
Es una contradicción en el mensaje del lobby republicano en
Miami que la Administración Biden podría explotar. Pero, por el momento, el
presidente demócrata ni tan siquiera ha cumplido con las promesas de su propia
campaña electoral en lo que se refiere a Cuba. Estas incluyeron restablecer los
vuelos –más allá de los pocos que actualmente llegan a la Habana–, eliminar las
restricciones sobre las remesas y reabrir el consulado en la Habana para que
cubanos puedan solicitar visados.
Biden no ha cumplido con su promesa de campaña de suavizar
el embargo como hizo Obama
“Sin duda los cubanoamericanos aquí quieren mandar medicamentos
y comida a sus familiares; algunos dirían que sí a algún relajamiento de las
restricciones”, explicó Michael Bustamante de la Universidad Internacional de
Florida en una entrevista en el elegante distrito cubano de Miami, Coral
Gables.
Un sector importante de la comunidad cubanoamericana en
Miami viajaba con frecuencia a la isla durante la apertura de Obama –en algunos
casos aún lo hace– y todos quieren llevar más ayuda a sus familiares. “Tengo
estudiantes que van a Cuba todos los fines de semana; es una especie de
corredor humanitario de facto”, dijo Eduardo Gamarra encuestadora política de
la misma universidad.
Pero “hay una fuerza política que va en sentido contrario”,
añade Bustamante. El nuevo movimiento de la oposición dentro de Cuba que emergió
en noviembre del año pasado con el llamado grupo San Isidro. “Ahora muchos aquí
en Miami quieren meter los pies del (presidente cubano) Díaz-Canel directamente
en el fuego para intentar forzar un cambio”, resume Bustamante.
Washington puede estar financiando medios y grupos de
presión del exilio cubano que difunden información falsa
No es la única contradicción. Por un lado, el gobernador de
Florida, Ron De Santis, insta a las empresas de telefonía e internet en Miami a
invertir dinero para garantizar la señal en Cuba y contrarrestar así lo que
considera la propaganda del Gobierno cubano. Por el otro, la agencia de
desarrollo estadounidense USAID ha destinado casi medio millón de dólares
–según la investigación del sociólogo Tracey Eaton radicado en Florida– a
medios de comunicación del exilio en Miami, como ADN en Boca Ratón,
que están reproduciendo desinformación sobre las protestas en Cuba.
Otros grupos de defensa de derechos humanos en Cuba que
diseminan información falsa, como Somos Más –vinculado a Vox en España–,
“pueden estar recibiendo dinero de Washington”, dice Bustamante. También hay
vínculos entre corporaciones empresariales estadounidenses y estos grupos de
presión. Taxis de la empresa Lyft –rival de Uber– circulan por Miami con
pegatinas de Somos más.
Barack Obama –que ganó dos elecciones presidenciales en
Florida– demostró que existe una estrategia alternativa. “El apoyo al diálogo
subió en Florida durante los años Obama”, dice Bustamante. ¿Por qué no hace lo
mismo Biden?.
La respuesta –según Bustamante y otros expertos consultados
en Miami y Washington– varía entre la frustración que se siente en la cúpula
demócrata ante las escasas reformas implementadas por la Habana hasta una falta
de valentía política. “Biden ya es el dueño de la política de Trump”, dijo
Peter Kornbluh, del Archivo de Seguridad Nacional en Washington. “Es una
hipocresía increíble decir que se solidariza con el pueblo cubano cuando está
manteniendo las mismas políticas que han frustrado todos los intentos de
reconstruir el sector privado que se lograron con Obama”, dijo en una
conversación telefónica.
Biden ya es el dueño de la política de Trump”
Peter KornbluhArchivo de Seguridad Nacional de Washington
Eso si, dice Gamarra, es cierto que La Habana no fue ágil en
su respuesta a la iniciativa de Obama. “Diaz Canel debería haber hecho algo más
radical; convocar cabildos para ir fomentando una democracia, por ejemplo”,
dice.
Las sanciones habían causado un desabastecimiento importante
Cuba ya antes de la pandemia y se sumaron al impacto a la crisis venezolana,
resultado en parte de otras sanciones adoptadas contra Caracas por la
administración Trump, que han cortado en seco el flujo de petróleo que entra a
la isla desde Venezuela. Ahora, tras el colapso de las divisas
procedentes del turismo, la situación es crítica.
Pese a las pruebas últimas que dan una tasa muy elevada de
eficacia de sus propias vacunas, el programa vacunación no cumple con el
calendario anunciado debido a la escasez de bienes básicos. “Están importando
jeringuillas de China, pero es mucho más caro”, dijo una académica británica
que se encuentra en La Habana consultada telefónicamente. "La gente aquí
están haciendo cola durante siete horas para comprar bienes esenciales y se
están produciendo cortes de luz en un momento de calor insoportable”.
Conforme la crisis se agravaba y con el grave brote de covid
en la ciudad de Matanzas, dialolguistas como Bustamante esperaban que la
Administración de Biden aprovechase para anunciar medidas humanitarias. El mes
pasado, Juan González, responsable de América latina en el Consejo de Seguridad
Nacional, anunció que se levantarían algunas restricciones sobre viajes y remesas
así como la reapertura del consulado. “Podrían haber eliminando, por ejemplo,
las licencias que exige el departamento de comercio para exportar equipos
médicos, como jeringuillas”, dice Bustamante.
En realidad, contraponer la eliminación de las sanciones a
las presiones en favor de reformas democráticas y liberalización económica en
Cuba “es una disyuntiva falsa”, sostiene Bustamante. Quienes más apoyan
reformas liberales dentro Cuba son los que más necesitan un relajamiento de las
sanciones en su pulso contra la vieja guardia.
Ocurre lo mismo en Miami, donde un cambio de política de
Biden en favor de levantar las sanciones ayudaría a los sectores menos
atrincherados del exilio cubano en su larga batalla contra los halcones de la
calle ocho.